Buenas tardes:
Me llamo Marisol y soy auxiliar de enfermería.
Me atrevo a compartir con vosotros un balance de mi vida profesional, puesto que va tocando a su fin el periodo en activo y pienso lo que ha significado para mí estos años dedicados al cuidado.
¿Qué puedo yo decir de una profesión que yo elegí y lo volvería a hacer mil veces si viviera mil vidas?
Yo siempre quise estar lo más cerca posible de la cama de un paciente, y puedo decir que lo conseguí, no todo el mundo puede decir que ha hecho de su vocación su profesión y su medio de vida.
Me considero por ello afortunada aunque también se paga un precio.
Durante 24 años de mi vida he estado en oncología de adultos de un gran hospital, fueron años duros física y emocionalmente hablando, dejé a mucha gente en el camino con los que pasé muchas tardes, a los que escuché, cuidé, abracé, asee, alimenté y ellos a cambio me hicieron crecer, mirar la vida desde otra perspectiva, valorando el presente, ser fuerte para afrontar y ser valiente para despedirse.
Sentimientos que comparto con todos y cada uno de los compañeros de profesión, que estamos en contacto con pacientes y que estamos curiosamente etiquetados como “profesionales de la salud” ¿Qué guiño se nos hace, verdad?
Mis emociones me dirigieron y mis manos me acercaron a esos pacientes ¿qué sería de mí sin mis herramientas más preciadas…? mis manos, con ellas recibimos, acogemos, cuidamos en general y despedimos.
Ahora estoy con niños y de ellos también aprendo y sigo creciendo. Ellos miran la enfermedad con otros ojos, si tienen dolor o miedo, lloran, gritan, se esconden… pero no te guardan rencor, ni tienen sensación de pérdida… las pérdidas… otra losa que llevamos los adultos, afrontar las pérdidas, sobre todo ante un diagnóstico negativo. Ellos una vez resuelto el dolor, el miedo, la inquietud… lo perdonan todo, juegan, ríen, te abrazan y hasta te hacen un dibujo.
Ellos tienen otra energía, qué duda cabe, pero también te enseñan que no podemos agobiarnos ante el dolor, que hay que saltar, reír y gritar de alegría, y eso, todos los días, que hay que saber afrontar para soltar.
Sigo pensando que soy privilegiada, empiezo una nueva etapa de vida en la que todo lo aprendido se debe manifestar, gracias por dedicarme unos minutos de vuestro tiempo, creo que muchos de vosotros compartiréis este sentimiento porque ha formado parte de vuestra vida. Gracias a mi destino que me facilitó llevar a cabo mi vocación y de la cual he hecho mi medio de vida, y sobre todas las cosas, GRACIAS a todos aquellos pacientes que depositaron en mí su angustia, sus inquietudes, su confianza, su cariño, sus preocupaciones, su esperanza y su alegría. A todos desde casi al principio de su vida hasta el final me ayudaron a mí también a ser mejor persona.
A las nuevas generaciones de auxiliares les digo que su trabajo exige fuerza, valentía y ganas de crecer y que lo que consiguen al final es algo que no tiene precio.
Gracias a ti también Estrella por darme esta oportunidad, porque ahora voy haciendo balance de todos esos años dedicados a los demás y veo que hay muchos sentimientos encontrados.
Un abrazo para todos los compañeros de una profesión inigualable.